Mi lucha con las drogas empezó muy pronto, muy joven, sin saber donde entraba y sin saber cómo acabaría. Nada fácil para un hombre joven tener que parar su vida y aceptar que eres drogadicto… La vida te consume, es un no querer, pero no poder, una lucha interna que solo los adictos conocemos. En la silla de TERAPIA está la clave, el adicto se tiene que recuperar en un grupo, con ayuda de otros, con la experiencia de los veteranos y con profesionales que conozcan esta enfermedad. Dejar las drogas cuesta mucho, pero ahora, con el tiempo he entendido que es más duro drogarse que ponerse en TRATAMIENTO. No tiene comparación, pero hasta qué no lo vives no eres consciente.
No puedo dejar atrás el papel de mi familia, pieza clave para llegar a una recuperación eficaz. Ellos sufren en silencio, sin saber que hacer ni cómo ayudar, en la desesperación de unos padres y hermanas que ven como la vida de su ser querido se va…! Llegan la ruina, los problemas económicos, las broncas y lo más duro de todo, las drogas destrozan emocionalmente la vida del adicto y de sus familiares.
La última vez que mis maletas salieron de casa mereció la pena. Fue el inicio de mi recuperación. Ahora mi maleta viaja en busca de ayudar, tal como hicieron conmigo, porque me debo a ello y porque si me pude recuperar estoy seguro que vendrán muchos como yo. No me preguntes por qué, pero estando bien, todo está bien, todo llega.